T Putnam Hill ‎| 2015 | Return to the Lines We Left Behind

Exp | Electronic | Noise
Return to the Lines We Left Behind presenta una dicotomía bien marcada en el sonido de T Putnam Hill. Primero, el lado A utiliza un lenguaje ruidista para el desarrollo de una atmósfera que suena, a la vez, acuática y espacial, en que si bien el sonido está lleno de glitches y saturaciones, estos elementos terminan formando parte ─casi como una cita a Metal Machine Music de Lou Reed─ de la construcción minimalista que se lleva a cabo de forma paulatina y hasta tímida. Al final, las atmósferas son las que triunfan, y esto es lo que resulta atractivo de esta sección de la historia.
Pero por otra parte, pese a mantener el idioma, el lado B adscribe a otra fórmula. En él, la timidez da vuelco a un espíritu más arriesgado y, por lo mismo, más experimental. Esto significa, por una parte, que el ritual pierde en el entramado de atmósferas, pero, por otra, que gana en espontaneidad y en libertad creativa. De ahí que haya más progresión sónica en esta parte del cuento. A diferencia del lado A, el B exige atención activa, y por ello la receta que sigue apela más al oyente, adquiriendo un cariz más lúdico y pueril.
A la primera escucha esta dicotomía puede parecer desconcertante, pero una vez que se repite la experiencia y se entiende el diálogo que, de alguna forma, se establece entre estas dos aproximaciones, el álbum revela su verdadero potencial: su carácter viajero y cósmico. -IMF

Pharaoh Overlord | 2015 | Circle

Space | Krautrock
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Enlace | mp3 | 320 Kbps

Jussi Lehtisalo, Janne Westerlund, Tomi Leppänen, Julius Jääskeläinen y Pekka Jääskeläinen
2015 está siendo un año dorado para el krautrock. Ya los discos de Brainticket, Föllakzoid y Damo Suzuki & Mugstar habían dado luces de que el asunto iba en serio, pero lo de Pharaoh Overlord con Circle es, sencillamente, de otro planeta. Desde el principio, con "Eläin Rientää Kotiin", uno queda atrapado en el sonido hipnótico que caracteriza al trabajo de los finlandeses, pero que esta ocasión toma un lenguaje más cercano al de Circle ─proyecto hermano de Pharaoh Overlord─, que es lo que justifica, según la propia banda, el nombre del álbum.
No hay puntos bajos, y cada canción aporta desde su propio flanco a la construcción de una atmósfera espacial, a veces valiéndose del motorik ("Eläin Rientää Kotiin"), tomando ritmos más calmos ("Tarkennus") o apelando al sonido más tradicional de Pharaoh Overlord ("Ystävinä ja Pariskuntina"). Todo en Circle lo hace un álbum dinámico y entretenido, ecléctico en la medida justa, manteniendo siempre un mismo idioma. Por todo lo anterior, Circle es, para mí, uno de los mejores discos de krautrock del último tiempo y, sin duda, otro paso adelante en un año que ya a estas alturas ha entregado un montón de excelente nueva música. Increíble. -IMF

Kamasi Washington | 2015 | The Epic

Spiritual Jazz
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Leon Mobley (percusión), Kamasi Washington (saxofón), Igmar Thomas (trompeta), Ryan Porter (trombón), Cameron Graves (piano), Brandon Coleman (teclado), Thundercat (bajo), Miles Mosley (bajo), Ronald Bruner Jr. (batería), Tony Austin (batería), Dwight Trible (voz) y Patrice Quinn (voz)
Con un sonido que evoca los momentos más espirituales de John Coltrane y, sobre todo, a Pharoah Sanders, Kamasi Washington hace su debut discográfico nada menos que con un álbum de tres horas de duración. Posiblemente ese dato haga parecer todo un desafío enfrentar The Epic. Pero la verdad es que una vez sumergido en él, esas tres horas se hacen nada.
Kamasi sin duda logra desarrollar un idioma propio, que si bien toma mucho del legado del spiritual jazz de los grandes referentes del género, no deja de sonar fresco. Por momentos hay una cierta familiaridad con contemporáneos como Matana Roberts o Jaimeo Brown, pero la incorporación de sintetizadores y el eclecticismo de las voces que aparecen de cuando en cuando llevan su sonido en otra dirección, desbordándose, a ratos, al soul jazz o incluso al jazz fusion, sin adolecer de los excesos técnicos de este último.
En suma, resulta claro que The Epic es una obra colosal, pero que pese a su magnitud ─tanto en su dimensión compositiva como en lo relativo a su duración─ logra una cohesión admirable y un estilo que resulta dinámico y cautivante. Kamasi Washington es parte de una nueva camada de jazzistas que viene a garantizar que es un género que aún da para obras maestras. -IMF

Los Knock Knock's | 2015 | Digital Garage Days

Exp | Electronic
El nuevo álbum de Los Knock Knock's es imposible de clasificar. A diferencia de EP ─el otro lanzamiento con que cuenta a su haber Diego Hernández bajo el seudónimo de Los Knock Knock's─, en que la manipulación de cintas era la protagonista, o el trabajo de Hernández en Jesus Freaks, con un sonido más lisérgico y psicodélico (por momentos cercano a unos Spacemen 3), lo de Digital Garage Days no tiene un apelativo tan claro. No es que no posea identidad; por el contrario, es un disco sumamente cohesionado y con estilo muy característico. Pero ¿cómo describirlo? Tiene algo que recuerda los momentos más luminosos de Dirty Beaches y, en una idea más arriesgada, ciertas reminiscencias de los inicios de Kraftwerk, pero más allá de eso es difícil dar referencias. Qué mala reseña. ¿Es un buen disco? Definitivamente. Es pegajoso y se digiere desde un principio. Tiene un espíritu más bien pueril, y juega con él de un modo en que realmente consigue sonar libre, sin nada forzado, lo que queda de manifiesto en lo sencillo y directo de su sonido, que en su búsqueda permanente pasa, por momentos, a ser psicodélico. No hay alarde ni nada que suene aparatoso. Tiene los elementos precisos para cautivar desde el principio y ─lo mejor─ no pierde brillo con cada escucha; se mantiene colorido y vistoso. Entonces, ¿no hay clasificación? No la hay. Pero es un excelente álbum; uno de los más entretenidos que he escuchado el último tiempo. Basta con eso, ¿no? -IMF

Nirvana | 1996 | From the Muddy Banks of the Wishkah

Grunge
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Kurt Cobain (voz y guitarra), Krist Novoselic (bajo), Dave Grohl (batería y voz de fondo), Chad Channing (batería en "Polly" and "Breed") y Pat Smear (guitarra y voz de fondo)
Nirvana fue una de mis bandas de cabecera en la pre-adolescencia. Tras algunos años pegado a Nevermind ─siendo honesto, no sé si realmente haya ido más allá de este disco─, mi exploración musical me llevó por otros rumbos. Luego de un buen tiempo escarbando en rincones más subterráneos, inevitablemente Nirvana se volvió de lo más canónico para mí. Y sin embargo, canónica y todo, su música volvió a atraparme como hace casi 15 años. En ese sentido, From the Muddy Banks of the Wishkah ha contribuido con fuerza al resurgimiento de mi fanatismo por Nirvana.
El disco es una compilación de registros en vivo de entre 1989 y 1994, por lo que abarca toda la trayectoria discográfica de la banda washingtoniana. Y aunque ─de nuevo─ el grunge pasó a ser parte del canon musical del Occidente neoliberal, musicalmente Nirvana se desbordaba con genialidad fuera de la fórmula estándar del género, pasando sin dificultad al noise rock o al rock alternativo. Pero más allá de la etiqueta, lo distintivo del sonido del trío, particularmente en vivo, era la energía y el alma que ponían en su música, lo que sumado a composiciones simples y pegajosas constituía una fórmula perfecta para atrapar a la primera escucha, sin dejar de lado sazones precisos de disonancia y nihilismo sónico, también características propias de la banda de Aberdeen.
En suma, creo que Nirvana es ineludible para mí, y estoy lejos de renegar. De alguna forma, se ha vuelto parte de mi vida, ya no sólo musicalmente, sino como un depósito de recuerdos de otros tiempos. ¿Mejores tiempos? No. Pero al fin y al cabo, una etapa que, quiéralo o no, forma parte de quien soy ahora. -IMF

Brainticket | 2015 | Past, Present & Future

Progressive | Krautrock
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Joel Vandroogenbroeck (órgano, piano, sintetizador, sitar y flauta), Kephera Moon (sintetizador y voz), Kyrsten Bean (voz y guitarra), Nicky Garratt (guitarra), Bryce Shelton (bajo) y Jason Willer (batería y percusión)
La sorpresa de Past, Present & Future es doble. Por una parte, por el simple hecho de que Brainticket haya grabado un nuevo disco después de 15 años de sequía discográfica ─la segunda pausa más larga de su carrera, luego de la de 18 años entre Voyage y Alchemic Universe─, considerando además que Joel Vandroogenbroeck, el líder y único miembro original de la banda, tiene ya 77 años.
Por otro lado, el álbum también constituye una sorpresa porque después del desconcertante ─no hay otra forma de definirlo─ Alchemic Universe (un trabajo casi techno grabado prácticamente como un disco solista de Vandroogenbroeck) y del anuncio de que la banda sería reformada con miembros de U.K. Subs y Die Krupps, las expectativas eran bajas. Y bueno, con Past, Present & Future la banda supo no sólo superar esas expectativas, sino que además dejar la vara alta.
Sin un atisbo de ejercicio de nostalgia, recuperaron la psicodelia y el groove del clásico Cottonwoodhill y lo nutrieron a la perfección con el espíritu más críptico e introspectivo de Psychonaut o Celestial Ocean. Y el resultado suena fresco, en ningún minuto forzado y siempre a la altura del mejor material de la banda europea. La segunda sorpresa es, en resumen, el hecho de que a esta altura del partido Brainticket saque uno de sus mejores discos a la fecha, precisamente en el momento en que los antecedentes no eran los mejores. El krautrock está adquiriendo nueva vida en 2015 y Past, Present & Future es uno de los protagonistas indiscutibles de este nuevo respiro. -IMF