Minor Threat | 2023 | Out of Step Outtakes

Hardcore Punk
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Ian MacKaye (voz), Lyle Preslar (guitarra), Brian Baker (guitarra), Steve Hansgen (bajo) y Jeff Nelson (batería)
El prolijo trabajo de Ian MacKaye como archivista siempre da gratas sorpresas. En esta ocasión, el turno es de Minor Threat, sin duda una de las bandas de hardcore punk más influyentes que hayan salido de la escena estadounidense. Como su nombre lo indica, Out of Step Outtakes reúne registros hasta ahora inéditos de la sesión de grabación del EP Out of Step (1983). En particular, se trata de las canciones "In My Eyes" (cuya versión original había sido publicada en el EP In My Eyes, de 1981), "Filler" (que también cuenta con una primera versión, que abre el EP Minor Threat, de 1981) y "Addams Family" (una canción que no había visto la luz de forma íntegra, pero que se utilizó parcialmente como una especie de outro de Out of Step).
Más allá de escuchar nuevas versiones de canciones clásicas de la banda y una canción del todo inédita, la novedad aquí reside en el hecho de que, a diferencia de sus encarnaciones originales, estas versiones hasta ahora desconocidas de "In My Eyes" y "Filler" cuentan con la formación de la banda como quinteto. Luego de la publicación de In My Eyes en diciembre de 1981, Minor Threat se disolvió temporalmente, para reunirse unos meses después con una nueva alineación. La banda sumó al bajista Steve Hansgen, y Brian Baker, quien era el encargado del bajo hasta ese momento, pasó a la guitarra. La formación la completaban Ian MacKaye en voz, Lyle Preslar en guitarra y Jeff Nelson en batería. Fue esta nueva encarnación —ahora con dos guitarras— la que entró al estudio en enero de 1983 para grabar Out of Step, un EP que marcó el tránsito a un sonido más eso y decidido, que no dejaba títere con cabeza.
Esa evolución queda plenamente cristalizada en las tres canciones que componen Out of Step Outtakes. Minor Threat suenan aquí afiatados como nunca; conforman una maquinaria aceitada en que es evidente el efecto de la nueva formación, con las dos guitarras atronando afiladísimas y dotando a la banda de un sonido más completo, tal como ya había dado cuenta Out of Step. Este nuevo EP, aunque breve y tan vez sin mucho atractivo para nuevos oyentes, viene a confirmar el legado incontestable de Minor Threat y su prominencia en la historia del punk. Para quienes sabemos de esa trascendencia, el material inédito de la banda siempre será bienvenido. -IMF

Sarah Davachi | 2023 | Long Gradus

Drone | Chamber Music
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Alissa Cheung (violín), Clemens Merkel (violín), Stéphanie Bozzini (viola), Isabelle Bozzini (cello), Rebecca Lane (flauta y flauta bajo), Samara Dunscombe (clarinete y clarinete bajo), Mattie Barbier (trombón alto), Weston Olencki (trombón tenor), Sarah Davachi (órgano y osciladores de ondas sinusoidales) y Judith Berkson (mezzo-soprano)
Con 4 horas y media de duración, Long Gradus se yergue como el álbum más extenso de la discografía de Sarah Davachi y, más allá de eso, como un verdadero monolito sonoro por su propio peso. El disco consiste en cuatro interpretaciones distintas de la obra que le da su título, compuesta por la artista canadiense inicialmente para cuarteto de cuerdas, pero luego arreglada para cualquier tipo de instrumentos. Así, la primera iteración de la pieza se corresponde con la concepción inicial de Davachi, es decir, cuarteto de cuerdas, la segunda iteración es en vientos de madera, la tercera en bronces y órgano, y la cuarta en coro e instrumentos electrónicos.
En términos compositivos, Long Gradus no dista mucho de los maravillosos trabajos previos de Davachi, presentando un drone atmosférico y repetitivo que abraza al oyente en su calma y riqueza sobretonal, de construcción pausada y espíritu minimalista. Quizá la novedad —aunque no exclusiva de este álbum— sea el delicado trabajo microtonal que aquí se presenta, muy en línea con la investigación musicológica que Davachi ha llevado a cabo en torno al uso de distintos temperamentos en la música docta.
A eso se suma la posibilidad de oír las composiciones de Davachi en distintos arreglos instrumentales, teniendo en cuenta que la artista suele ceñirse a los instrumentos de teclas. De ahí que, lejos de ser un punto en contra, el hecho de poder escuchar estas cuatro versiones de la misma pieza reviste un atractivo genuino en Long Gradus. Cada iteración enriquece la pieza desde lo que cada configuración instrumental puede ofrecer: el brillo prístino del cuarteto de cuerdas, la calidez orgánica y acogedora de los vientos de madera, los graves conmovedores de los bronces y el órgano (me recuerda al hermoso For Organ and Brass, de la sueca Ellen Arkbro), la intimidad sobrecogedora de la voz y las ondas sinusoidales.
Long Gradus es un disco en cuya profunda belleza no hay más que perderse. Otro punto alto en la discografía de Sarah Davachi. -IMF

Föllakzoid | 2023 | V

Minimal Techno | Space Rock
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Dominga Huidobro (instrumentos), Matías Acuña (batería) y Atom™ (producción)
En V, Föllakzoid persiste en el devenir que había marcado con claridad en su disco anterior, I (2019), caracterizado por un sonido abierta y decididamente electrónico, que contrastaba con la vocación sonora de los primeros tres álbumes de la banda, más cercanos al space rock y al krautrock. Aunque no tengo problemas con la transformación del espíritu de Föllakzoid, personalmente me pareció en su momento que I era un trabajo flojo, que sacrificaba la organicidad del sonido de la banda —que había alcanzado plena madurez en el excelente III (2015)— sin ofrecer mucho a cambio. De cierta forma, I deconstruyó el sonido del proyecto, dejando sus atmósferas desnudas, pero esa desnudez significó a su vez una desprovisión: la falta de una dirección clara, la falta de ideas suficientemente trabajadas.
Como decía, V retoma ese mismo sendero, pero pienso que aquí el resultado es otro. En pocas palabras, V es el disco que I quiso ser, pero que no alcanzó a ser. Y Dominga —quien es actualmente la única integrante fija de la banda— lo consigue sin renunciar a la nueva sonoridad que ha adoptado en Föllakzoid, dando cuenta aquí de una visión muy clara sobre la dirección del proyecto, que suena con mayor determinación, con más ideas y con un ímpetu que en I parecía latente, pero dormido, en último término. Aquí las atmósferas atrapan, envuelven y evolucionan subrepticiamente. Sin duda, la contribución de Atom™ también debe ser puesta en valor, pues el alemán fue quien disecó y ensambló el álbum a partir de los registros instrumentales de Dominga y el baterista Matías Acuña (Tenemos Explosivos, Slowkiss).
Föllakzoid recobra en V los bríos que había extraviado, adquiriendo para ello la forma de un trance hipnótico y cautivante, de temple nocturno, misterioso, psicodélico a su manera. Sin renunciar al techno minimalista que venía desarrollando, Föllakzoid le insufla su sello propio a esta veta sonora y urde aquí uno de los puntos más altos de su discografía. -IMF

Agitation Free | 2023 | Momentum

Progressive Rock | AOR

Lutz Graf-Ulbrich (guitarra, banjo y guitarra acústica), Gustl Lütjens (guitarra, guitarra acústica y voz), Michael Hoenig (teclados, sintetizador y batería electrónica), Daniel Cordes (bajo y sintetizador) y Burghard Rausch (batería)
A estas alturas, tras casi 25 años desde la publicación de su último álbum de estudio (el excelente River of Return, de 1999), había perdido toda fe en que Agitation Free pudiera reunirse para grabar nuevo material. ¿Con varios de sus integrantes de antaño, además? Imposible. Así que cuando me enteré de la publicación de Momentum, no me lo pude creer. Pero así es: Agitation Free volvió a reunirse y grabó este nuevo disco, cuya alineación cuenta con Lutz Graf-Ulbrich a la cabeza y los miembros históricos Michael Hoenig, Burghard Rausch y Gustl Lutjens, a quienes se suma Daniel Cordes, en reemplazo del fallecido Michael Günther. Cabe recordar que Lutjens falleció en 2017, por lo que imagino que al menos parte del material que aquí se presenta fue grabado ya hace varios años.
Aunque la emoción que sentí ante la posibilidad de escuchar algo nuevo de Agitation Free presagiaba un sesgo positivo frente a Momentum, fuera cual fuera el resultado, lo cierto es que recibí un rápido golpe de realidad al oírlo. Y no me vayan a malinterpretar; me encanta cuando las bandas clásicas se dan el gusto de experimentar. El propio River of Return había marcado ya un giro con respecto al material setentero de la banda, con una producción más pulida y un sonido en general menos psicodélico y decididamente más estructurado. Pero, en ese caso, se percibía en la renovación del sonido de los alemanes un componente orgánico que reflejaba que seguía siendo un ejercicio de creación colectiva orientada por melodías bien pensadas que calaban hondo. La magia de Agitation Free seguía ahí, sólo que se expresaba en otro código. 
En alguna medida, Momentum retoma ese código (o intenta hacerlo), pero suena desinspirado, como si la banda no tuviera dirección y estuviera funcionando en piloto automático. Tampoco ayudan algunas muy malas decisiones que se tomaron aquí: abrir el disco con una canción que suena a introducción, pero que dura casi 9 minutos (tendiendo, además, a una vanagloria irritante, gracias a un sample innecesario hablando sobre la banda); el uso, en buena parte del disco, de una batería electrónica que suena espantosa; y una extensión demasiado larga (casi una hora) para un material que en mayor parte no va a ningún lado. 
De seguro hay aquí algunos rincones del espíritu de antaño, pero se ven completamente opacados por el eco de un par de preguntas que resuena en todo el disco: ¿Para qué? ¿A dónde van con esto? ¿Valía la pena? Supongo que mi fanatismo absoluto por esta banda hace inevitable que pese a todo esto valore la publicación de Momentum, pero hasta para mí es claro que sólo volvería a escucharlo por ese fanatismo ciego (y sordo, en este caso). -IMF

Jorge Cabargas Schultz | 2023 | Isla Alien música original de la película

Film Score | Electronic
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Como su título sugiere, este nuevo álbum de Jorge Cabargas (Tobías Alcayota, espectrosimulado) contiene la música original del documental Isla Alien, centrado en una historia bastante conocida de la cultura popular chilena: la Isla Friendship, una supuesta isla perdida en el sur del país, habitada por seres extraterrestres. Como antecedente relevante, cabe notar que esta no es la primera sonorización fílmica de la mano de Cabargas, pues hace unos años ya había estado a cargo de la música del documental Robar a Rodin (2017).
Aunque me es imposible hablar con plena comodidad sobre una banda sonora sin haber visto la película a la que acompaña, sí resulta palpable el hecho de que, musicalmente, este disco evoca atmósferas de ciencia ficción que de cierta manera deambulan a la perfección entre, por un lado, el misterio que rodea toda la historia de la Isla Friedship y, por otro, la inevitable hilaridad que también está asociada a este mito urbano. Por lo que se percibe en su sinopsis, este parece ser también el tono del documental, de modo que el trabajo de Cabargas consigue su cometido en ese sentido. Así, si por un lado recuerda a ratos el trabajo de pioneros de la electrónica como Delia Derbyshire y David Vorhaus (pienso en la banda sonora de The Tomorrow People) o Louis y Bebe Barron (banda sonora de Forbidden Planet), en otros se siente una vibra al imaginario involuntariamente surreal y a la vez patético de Plan 9 From Outer Space, el anti-clásico de Ed Wood. Fuera de ese vaivén, ciertos pasajes ("Taiquemó") también traen a la memoria los trabajos más tempranos de Tangerine Dream, Klaus Schulze o Cluster, entre otros proyectos de la vanguardia alemana de los setentas. Cabargas logra un excelente equilibrio entre estos distintos flancos, con un interesante tránsito entre distintos ambientes, mediados inteligentemente con el uso de extractos de diálogos del documental.
Creo ineludible, sin embargo, abordar la pregunta de si funciona como un disco por sí solo. Me siento sesgado para responder eso, porque para mí rara vez la música de las películas funciona sin las imágenes para las que fue concebida. Tampoco considero que mi posición sea polémica, porque por algo es una sonorización: está hecha para darle apoyo al relato de las imágenes, que son las protagonistas indiscutibles de un medio como el cine. Pedirle a una banda sonora más que eso es injusto. En este caso, puedo tensar un poco las cosas para decir que esta fue una escucha agradable, a lo cual contribuye la corta duración del álbum (34 minutos), que impide que llegue a sentirse tedioso o demandante. Sin duda, este material ha de demostrar su verdadera potencia en una sala de cine, dándole el respaldo sonoro al documental al que está intrínsecamente sujeto. -IMF

Inti-Illimani & Giulio Wilson | 2023 | Agua

Nueva canción chilena | Latin Pop
Hay al menos dos aspectos sobre Agua que lo vuelven un álbum peculiar dentro de la discografía de Inti-Illimani. Primero, que es el primer disco de la banda desde la salida de su director musical, Manuel Meriño, en 2022. Segundo, que es el primer disco colaborativo de la banda desde Meridiano (2010), grabado junto a la cantante canadiense Francesca Gagnon. En este caso, el elegido fue el cantautor italiano Giulio Wilson. Tal vez este segundo elemento sea el más obvio a considerar a la hora de analizar Agua, pero considero que la partida de Meriño también es un antecedente importante, porque de cierta forma implica que nos encontramos frente a Inti-Illimani buscando un nuevo rumbo. Frente a ello, la duda de cualquier oyente es si la banda consigue en Agua trazar (o al menos esbozar) una nueva senda, y si esta será de continuidad o quiebre con lo que el grupo venía haciendo hasta ahora. Tratándose de un disco colaborativo, es fácil aquí distinguir tres grandes grupos de canciones que componen Agua: las que suenan al Inti-Illimani que todos conocemos, las que heredan el sonido de Giulio Wilson como solista, y las que conjugan ambas sonoridades.
Antes de analizar los resultados, es preciso reconocer que existe una disparidad obvia en lo que significa cada participante aquí: en comparación con el solista Wilson, de corta carrera y sólo un par de discos a su haber, Inti-Illimani no sólo es una agrupación numerosa, sino que además es una banda con casi 60 años de una trayectoria plagada de aciertos discográficos, algunos de ellos claves en la historia de la música chilena. Siendo así, es inevitable que el desbalance ponga al oyente en la predisposición de escuchar, ante todo, un disco de Inti-Illimani. Ante esas expectativas, no resulta sorprendente, entonces, que las canciones que suenan más a Giulio Wilson como solista sean las menos atractivas entre las trece piezas que componen Agua (especialmente "Ojos", junto a Ana Belén, un single radial sin nada especial que ofrecer). Y es que algo no encaja con un Inti-Illimani sonando a pop de autor, sensación de extrañeza nutrida ante todo por la voz de Wilson, a ratos excesivamente melosa y siempre demasiado estándar.
Por su parte, las canciones que suenan al Inti-Illimani de siempre son, sin duda, más atractivas, especialmente cuando exploran sonoridades latinas más rítmicos ("Somos", "Mi otro yo"), aunque también por momentos tienden a un sonido por inercia, como a Inti-Illimani tocando en piloto automático (tal vez reflejo de la pérdida de rumbo tras la partida de Meriño).
Las canciones en que Inti-Illimani y Wilson logran un equilibrio entre ambos polos merecen también una mención, pues consiguen erigirse como un punto destacado del álbum. Sin duda que ellas conservan la sensibilidad pop de Wilson, pero ese atributo complementado con el talento instrumental de Inti-Illimani logra composiciones pegajosas sin caer en lo empalagoso, principal pecado de Wilson. En este grupo de canciones destacaría "Vale la pena", que indudablemente, como ya decía, tiene un carácter pop inusual para Inti-Illimani, pero justamente lo que uno espera de una colaboración es que en ella se compenetren las vetas creativas de los distintos artistas, y pese al desequilibrio entre Inti-Illimani y Giulio Wilson, incluso aquí esa compenetración tiene mucho que entregar. La falencia de Agua reside allí, en la falta de consistencia en el ejercicio creativo conjunto, que lo vuelve un disco disparejo y que se tambalea sin una dirección clara. Cuando logran articularse armónicamente, se nota, y allí está el valor de Agua. Cuando no, también se nota, y dejan allí una deuda pendiente. -IMF

Chicos de Nazca | 2023 | Freshera

Neo-Psychedelia
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Freshera es el nuevo álbum de la banda chilena Chicos de Nazca, comandada siempre por Francisco "KB" Cabala. Puede que me equivoque en este dato, pero si la memoria no me falla, este es el primer trabajo de Chicos de Nazca en que Cabala toca todos los instrumentos, sin colaboradores externos. Lo anterior marca un hito en los ya trece años de trayectoria de la banda, no tanto por el dato meramente biográfico, sino por lo que significa en términos del sonido que se nos presenta en Freshera. No hay duda de que el álbum conserva cristalino el ethos de Chicos de Nazca, con una calidez estival teñida de tonos psicodélicos, una sonoridad siempre distendida y letárgica. Pero en este caso, esas atmósferas adquieren una intimidad inusitada en la discografía de la banda y una honestidad que transforma a estas canciones en un susurro directo de Cabala al oyente. Pienso que eso se debe directamente al hecho de que Cabala haya grabado el disco de forma íntegra por su cuenta; de ahí que se sienta como un trabajo tan personal. Reflejo de ello son sus letras, muchas de las cuales son de un romanticismo inocente que calza perfecto con la sensibilidad sónica del álbum en su conjunto. Confieso que no suelo fijarme en el contenido lírico de las canciones; sólo les presto atención cuando me resultan interesantes o pegajosas. Y ese resulta ser el caso aquí: lejos de ser empalagosas o rimbombantes, las letras me parecen una expresión amorosa genuina, sin pretensiones grandilocuentes o cursis. Además, la voz no es preponderante en la mezcla, y durante la mayor parte del disco se va entrelazando de manera indistinguible con las capas instrumentales. Esto último me da pie para referirme también al aspecto instrumental de Freshera, que también muestra variaciones con respecto a trabajos anteriores de Chicos de Nazca. Quizá el cambio más notorio —y también derivado del hecho de que Cabala grabara todo esto solo— sea el uso de una caja de ritmos en lugar de una batería propiamente tal. Este elemento lo aproxima, en cierta medida, al trabajo solista de Cabala, aunque sin encaminarse del todo a la electrónica, como en ese caso (que siempre he visualizado como una versión psicodélica de Boards of Canada). El punto es que la caja de ritmos entra en juego aquí como un componente nuevo, que va moldeando el sonido habitual de Chicos de Nazca y adaptándolo a un nuevo código. De hecho, la canción que abre el disco, "Just a Solid House", suena como sacada del segundo álbum de Suicide. Sin embargo, Cabala encuentra la forma de tomar este elemento como una herramienta más en el desarrollo de su propio lenguaje musical, que a estas alturas es súper distintivo, sin dudas. Así, otras canciones del disco reflejan con mayor claridad las influencias más usuales de la banda, especialmente Spacemen 3, aunque siempre dando cuenta del sonido propio de Chicos de Nazca y de Cabala en general. En suma, Freshera es otra pieza destacada en la discografía de este proyecto, con ciertos elementos singulares que le dan una personalidad propia, muy íntima y acogedora en su candor lisérgico. -IMF